el perfecto final para esta historia de mierda...

Es de noche. Podría decir que hay luna llena para darle un tono más ideal a la historia, pero la realidad es que está nublado y hace un frío que pela. Deambulo por los callejones estrechos del pueblo entre guiris hambrientos de fiesta y señoritas deseosas de dinero. Saco mi cajetilla de Marlboro. Solo queda uno en el paquete. Prometo que será el último. Lo enciendo y me siento en uno de los bancos del parque.

Suena un pitido en mi móvil. Tienes un mensaje.

Necesito hablar contigo. ¿Puedes? Besos..

El corazón está a mil latidos por segundo. ¿Qué querrá? ¿Se habrá dado cuenta? A tientas logro contestar.

Claro. ¿cuándo y dónde?

Casi al instante suena otro.

Si puedes, en media hora. En el bar de la playa.

Respondo.

Ok, te espero. Un beso.

Decido hacer tiempo, no quiero parecer la típica chica desesperada. A dos calles del sitio en donde hemos quedado me tomo un par de cervezas casi de un trago. Tengo que tranquilizarme. Miro el reloj por segunda vez en los últimos treinta segundos, diez menos diez, pasan 35 minutos. Quizás deba irme ya.

Está en la mesa del fondo tomándose una cerveza. Me saluda con la mano y me invita a sentarme. Durante algo más de una hora hablamos de temas intrascendentales. ¿Qué querrá? ¿Por qué no me lo dice ya? Me muero de nervios.

Tomamos la última y después de pagar nos vamos hacia la avenida.

¿Te apetece dar una vuelta en la playa?

Sí, claro.

No hablamos durante el trayecto. En apenas cinco minutos llegamos. Quizás si fuera verano nos hubiésemos animado a caminar con los pies desnudos sobre la arena, pero hace frío, mejor con los zapatos puestos.

- ¿Nos sentamos aquí?

Minutos de absoluto silencio.

Verás, para mí es muy difícil todo esto. Así que prefiero decirlo rápido. Creo que en cualquier momento el corazón va a despegar como cual nave espacial desde Cabo Cañaveral. Desde hace un tiempo siento algo por ti. He intentado no hacerle caso a los escalofríos y a las mariposas en el estómago que siento cuando estoy contigo. A mí nunca me había pasado esto. Siempre he controlado cada uno de mis sentimientos y en este momento siento como se revelan todos en mi contra. No duermo, casi ni como.

No puede ser. Llevo muchísimo tiempo esperando este momento y no sé como reaccionar. No me salen las palabras, no puedo moverme.

- Tengo miedo

- Yo también, pero prometo cogerte de la mano para tranquilizarte.

- Tú eres aún muy joven. Tienes mucha vida por delante.

- mi vida no camina si no estoy contigo.

- Venimos de mundos diferentes. Nunca nos podremos complementar.

- No importa. Crearemos uno nuevo. Con tus cosas y las mías. Elegiremos nuestras canciones, seleccionaremos nuestros libros, tendremos una nueva película favorita.

- ¿Y si sale mal?

- me conformaré con pensar que empezó bien, que fue cosa de dos. Y que hicimos lo único verdadero de este mundo, sentir. Lo demás es cosa del destino. Pero si quieres, me alío con él. Con el destino digo. Lo encerraré si hace falta en una caja fuerte y tiraré la llave en el sitio más hondo del mar, o lo llevaré al Everest. Si aún así sale mal, prometo borrar de tu mente todos los recuerdos malos y cambiarlos por lo que quieras.



- por algodón de azúcar

- ¿cómo?

- los pensamientos. Si sale mal, cambia mis pensamientos por algodón de azúcar.

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